Un golpe
contra el proceso revolucionario. Nuevas
movilizaciones en medio de la segunda vuelta electoral
Al mismo tiempo que cerraba la segunda vuelta electoral y a dos
días de que la Corte Suprema Constitucional disolviera el parlamento, el
Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) emitió un comunicado con rango
constitucional que dejaba a la figura del próximo presidente como poco más que
un títere sin ningún poder real. El decreto de las Fuerzas Armadas deja a esta
institución con la suma de prácticamente todos los poderes, dándole atributos
para redactar una nueva Constitución -que luego debería someter a referéndum-,
de manejar el presupuesto del estado y de llamar a la conformación de un nuevo
parlamento en seis meses, entre otras.
Esta jugada de los militares, que la mayoría de los analistas
calificó de “golpe blando” no es ni más ni menos que un duro revés a la lucha y
las aspiraciones del pueblo egipcio que hace más de un año acabó con el
gobierno del odiado dictador proimperialista Hosni Mubarak, con el objetivo de
aplastar el proceso revolucionario en curso y garantizar una “transición
controlada” imponiendo las reglas al nuevo gobierno. Sin embargo esta serie de
medidas que ya generaron un descontento generalizado, con nuevas protestas y
movilizaciones en la emblemática Plaza Tahrir, están tensando la situación en
extremo en medio de un resultado electoral aún incierto, donde tanto el
candidato de la Hermandad Musulmana (HM), Mohamed Morsi, como el ex primer
ministro de Mubarak, Ahmed Shafiq, se han declarado ganadores, lo que podría
generar una situación de extrema volatilidad en los próximos días.
La “preocupación” ante las consecuencias que pueda traer el golpe
reaccionario del CSFA llegó hasta Washington y tanto Obama como la Secretaria
de Estado cuestionaron las últimas medidas de las FFAA y amenazaron con quitar
la ayuda militar norteamericana a Egipto que supera los 1.500 millones de
dólares al año. El temor de EEUU no es el ataque a las “instituciones
democráticas”, como lo demostró apoyando durante décadas a la dictadura de
Mubarak y en el último año al CSFA, sino que las medidas de la junta militar,
que se han pasado de la relación de fuerzas que existe en la realidad, lleven
la situación al extremo volviéndola incontrolable.
El CSFA y la Hermandad Musulmana
Desde los levantamientos de principios del año pasado que acabaron
con la caída de Mubarak y la asunción del poder por parte del CSFA, los
militares han intentado llevar adelante una “transición controlada” para
desviar el proceso revolucionario abierto sentando las bases de un nuevo
régimen con un fuerte control por parte de las Fuerzas Armadas. Durante el
último año el CSFA no ha dudado en aplicar lo peor de los métodos de la era
Mubarak, manteniendo el estado de emergencia, la prohibición de las huelgas, la
persecución a los manifestantes y el los juicios en tribunales militares a más
de 12.000 jóvenes y trabajadores.
A pesar de estas condiciones de brutal represión y persecución el
proceso revolucionario abierto dio lugar a distintas huelgas importantes entre
los trabajadores textiles, públicos y del transporte y también a nuevas
movilizaciones que enfrentaron al gobierno militar y sus medidas. Las
multitudinarias movilizaciones de noviembre del año pasado terminaron en una
brutal represión y marcaron un quiebre con la salida de la Hermandad Musulmana
de la Plaza Tahrir lo que le costó una fractura en su propia organización y el
repudio de los manifestantes y las organizaciones laicas que acusaron a la
Hermandad de estar negociando con los militares. Estas acusaciones estaban
fundadas en la participación de la HM en las elecciones parlamentarias que se
realizaron a fin de noviembre y en las que salieron vencedores junto a los
salafistas (islamistas ortodoxos, que salieron segundos) obteniendo la mayoría
en el nuevo parlamento con el 75% de las bancas.
Las negociaciones entre el CSFA y la Hermandad Musulmana no son un
secreto para nadie ya que tras la caída de Mubarak, esta última es la única
organización política que tiene una estructura de alcance nacional, fundada
hace más de 75 años y que bajo la dictadura mantuvo organizaciones que operaban
en la semilegalidad y con lazos y redes de ayuda entre los sectores más
empobrecidos, en el campo y en las ciudades y pueblos de la periferia, que es
donde hoy tiene su principal caudal electoral.
Es por este motivo que la HM, que hoy tiene un programa económico
liberal y privatizador lejano a las demandas plasmadas en el levantamiento de
febrero de 2011, se ha venido cuidando de enfrentar abiertamente al CSFA y ha
buscado sacar rédito político de los golpes que el gobierno militar le daba a
los manifestantes.
Pero a pesar de la posición de la HM, estos nunca fueron los
candidatos “naturales” del CSFA, sino solo en última instancia, por lo que los
militares se aseguraron una serie de medidas durante los últimos meses que
terminaron en la actual situación.
La primera de ellas fue el proceso de habilitación “a dedo” de los
candidatos para las elecciones presidenciales que se acaban de celebrar. En ese
proceso “eliminaron” entre otros al candidato de los salafistas y habilitaron a
Ahmed Shafiq, último primer ministro de Mubarak, lo que tan solo unos meses
antes hubiera sido impensable. De hecho en las elecciones parlamentarias de
noviembre los partidarios de Mubarak prácticamente no existieron.
Esto permitió “polarizar” las elecciones presidenciales, cuya
primera ronda dejó como los principales candidatos a Mohamed Morsi por la HM y
a Shafiq como el representante más cabal del continuismo mubarakista que se
sustentó en una campaña de restauración del orden apoyado en las FFAA y en la
agitación del “fantasma” islámico contra la HM.
Pocos días antes de la segunda vuelta, que se celebró el pasado
fin de semana, el CSFA avanzó un paso más llevando adelante al actual golpe que
disolvió el parlamento y dejó a la figura presidencial sin prácticamente
ninguna atribución, con el objetivo de limitar a su mínima expresión el peso de
la HM. Es decir que en el caso de una derrota de Shafiq, un hipotético gobierno
de Morsi tenga que negociar desde cero sus atribuciones con la junta militar.
Sin embargo, como decimos más arriba este golpe reaccionario de los militares
juega en el limite de lo tolerable, no solo por lo que pierde la HM, sino ante
todo porque la situación revolucionaria abierta en febrero de 2011 aún no fue
cerrada y si bien este es el intento más fuerte de darle un golpe mortal, las
nuevas movilizaciones expresan que un ataque por fuera de la relación de
fuerzas puede abrir un escenario imprevisible e incluso más agudo si en medio
de las acusaciones de fraude, Shafiq se termina proclamando vencedor.
Abajo el golpe reaccionario. Por una política independiente
La reacción ante el golpe del CSFA fue instantánea y la plaza
Tahrir se volvió a llenar de manifestantes. Según diferentes medios cerca de
100.000 personas se encuentran en las calles y ante el cierre del parlamento,
que está rodeado por los militares, la HM llamó a establecer un parlamento
paralelo en Tahrir. Al cierre de este artículo y en medio de denuncias cruzadas
de fraude, si bien la mayoría de los sondeos daban como ganador a Morsi, Shafiq
también se proclamaba vencedor, a la espera de los “datos oficiales” que se
darán a conocer el jueves 21/6.
Al llamado de la Hermandad Musulmana de salir a las calles se ha
plegado el Movimiento 6 de abril que es una de las principales organizaciones
laicas que protagonizaron las jornadas de febrero de 2011.
Es una tarea de primer orden derrotar el golpe reaccionario del
CSFA. Sin embargo no se puede tener ninguna confianza en la HM, que ha venido
negociando durante meses con los militares y ahora pretenderá usar la fuerza de
la calle a favor de su candidatura. Hay que tener en cuenta que si bien Morsi
no era el “candidato natural” de la Junta militar y de EEUU, el perfil
neoliberal y privatizador de la HM le daba cierta tranquilidad al imperialismo
ante la posibilidad de instaurar un “modelo turco” con islamismo moderado y un
papel de control de las FFAA; al mismo tiempo que garantizaba la relación y los
acuerdos con el Estado de Israel.
La falta de entusiasmo que mostraron las elecciones, en las que
participo solo el 40% del electorado, son una muestra del hastío ante dos
candidatos que no pueden resolver las profundas demandas abiertas con la caída
de Mubarak.
Es necesario mantener la independencia política de las distintas
variantes burguesas (sean laicas o islámicas) y derrotar este nuevo golpe
reaccionario con las movilizaciones en las calles y con la fuerza de la
juventud y la lucha de la clase obrera, que es la que dio la estocada final al
gobierno de Mubarak el año pasado.
Ninguna de las profundas demandas estructurales planteadas con las
jornadas de 2011 puede ser resuelta en los marcos del capitalismo. El único
camino para derrotar al ejército, a los capitalistas y al imperialismo es
sellar la alianza entre los trabajadores, los jóvenes, los desocupados y los pobres
de las ciudades y el campo, para preparar la huelga general insurreccional para
tirar abajo al gobierno militar y sus títeres civiles e instaurar un gobierno
de los trabajadores y el pueblo.
20/06/2012