viernes, 28 de septiembre de 2012

Portugal: la movilización hace retroceder el ajuste






Dos movilizaciones multitudinarias hicieron retroceder al gobierno del primer ministro conservador de Portugal, Pedro Passos Coelho, en su intención de aplicar un ataque directo sobre el salario de los trabajadores.

Este ajuste es parte de los planes de austeridad exigidos por la troika (FMI, BCE y CE) a cambio del “rescate” por 78.000 millones de euros negociados en mayo de 2011.

Tanto Passos Coelho, como su antecesor José Sócrates (del Partido Socialista), ya habían iniciado un brutal ataque sobre los trabajadores congelando las pensiones y los salarios de empleados públicos, reduciendo las prestaciones por desempleo, recortando el presupuesto en salud y aumentando el impuesto al valor agregado (IVA) de 21% a 23%.

El nuevo ajuste que había anunciado Passos Coelho a principios de septiembre significaba una reducción directa del 7% sobre el salario mensual de todos los trabajadores (lo que en términos anuales implicaba la eliminación de un sueldo completo), a la vez que transfería esa enorme masa de dinero directamente hacia los empresarios.

Bajo el cínico argumento de establecer una “contribución equitativa” el gobierno anunció una Tasa Social Única (TSU) que consistía en aumentar las contribuciones de los trabajadores para la Seguridad Social de un 11% a un 18%, al mismo tiempo que reducía la tasa de las empresas de 23,75% al 18%.

Imposible dejar más claro el objetivo de la burguesía de descargar la crisis sobre la espalda de la clase obrera.

Este nuevo ataque generó una ola de repudio entre los trabajadores, jóvenes y el pueblo de Portugal que se volcaron masivamente a las calles en dos movilizaciones multitudinarias, colmando las plazas de las principales ciudades el 15 y 21 de septiembre.


La acción de los trabajadores y el pueblo hizo retroceder el nuevo ataque

En lo que fueron las movilizaciones más importantes de las últimas décadas los manifestantes tomaron las calles de las principales ciudades e inundaron el centro de Lisboa coreando consignas como “troika no” y “esta es la hora de que el gobierno se vaya”, en un claro repudio a los planes de ajuste y por la renuncia de Passos Coelho.

Esa fuerza arrolladora de cientos de miles de jóvenes, trabajadores, jubilados y desocupados, que se manifestaron en más de 40 ciudades, fue lo que hizo retroceder al gobierno que esta semana anunció la suspensión del TSU.

La anulación de un plan de ajuste ante la movilización de los trabajadores y el pueblo no tiene antecedentes en los últimos años, desde que existen los planes de austeridad supervisados por la troika. Lo más cercano a un retroceso de este tipo fue el demagógico llamado a un referéndum sobre la aplicación del paquete de medidas exigido por la UE por parte del gobierno de Papandreaou en Grecia que terminó con su propia dimisión ante la imposibilidad de pasar el ajuste por la presión de la calle y una coalición gubernamental que se desintegraba. Así y todo esto no implicaba el retroceso de una medida de ajuste ya anunciada como acaba de ocurrir en Portugal.

El ejemplo portugués tiene entonces un enorme valor para los trabajadores y jóvenes del resto de los países de Europa que están saliendo a las calles, sobre todo para los más castigados como Grecia, el Estado español o Italia. Muestra que es posible frenar un ajuste, a pesar de las políticas conciliadoras de las direcciones sindicales mayoritarias, que tienen en todos los países la misma política de llamar a huelgas o acciones aisladas jugando un rol de contención para evitar la caída de los gobiernos, y desarticulando la resistencia a los planes de ajuste.

Esto último es lo que permite que un gobierno que se viene erosionando rápidamente y perdiendo legitimidad como el de Passos Coelho pueda insistir en un nuevo recorte tras la caída del TSU, como lo anunció el miércoles 26/9 al comenzar las discusiones sobre el presupuesto de 2013.


Nuevas movilizaciones

Sin embargo, los trabajadores y el pueblo de Portugal dieron cuenta de esta nueva situación y no solo se niegan a aceptar un nuevo recorte que reemplace al TSU sino que rechazan todo el ajuste previo contra las pensiones, los salarios y la salud.

Para el sábado 29 está llamada una nueva movilización a la que se pliega uno de los principales sindicatos del país, la CGTP.

Los movimientos sociales que organizaron las marchas del 15 y el 21 de septiembre llamaron a la población de Portugal a marchar en Lisboa, para expresar su rechazo a las políticas de recortes presupuestarios y el gobierno de Passos Coelho.

“Portugal se debate entre la presión de la calle y la de la troika”, tituló el diario El País del 26/9, y no se equivocó. La troika le exige al debilitado primer ministro portugués un ajuste en el presupuesto de 2013 equivalente al 25% de toda la masa salarial de los trabajadores públicos del país. Es decir, una guerra abierta contra la clase obrera de Portugal.

Sin duda el gobierno intentará avanzar con nuevos planes de austeridad pero el retroceso en la aplicación del TSU ha significado una gran victoria de las masas movilizadas y ha abierto una nueva relación de fuerzas que difícilmente pueda revertir la actual coalición conservadora.

Las movilizaciones del sábado 29 serán una nueva demostración de fuerzas que hay que seguir con atención.

Resulta interesante reflexionar si el “otoño caliente” que parece estar gestándose con las recientes movilizaciones y huelgas en distintos países de Europa puede preanunciar un momento de inflexión en la situación de ataque brutal contra las masas que vimos en los últimos años.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Huelga General paraliza Grecia contra el nuevo ajuste




Por Diego Dalai y Juan Andrés Gallardo

La huelga general con grandes movilizaciones y combativos choques callejeros contra la represión policial han vuelto a Grecia. El 25/9 se realizó la primera huelga general al recientemente electo gobierno del conservador Antonis Samarás y el verano europeo parece tener un final abrupto. Los trabajadores y el pueblo griego dejaron en claro que no existe “luna de miel” con el gobierno que asumió hace solo tres meses y ante el anuncio de un nuevo ajuste volvieron a salir a las calles. Desde muy temprano 5.000 policías se apostaban en la plaza Syntagma y sus alrededores. La movilización superó las 70.000 personas y se produjeron enfrentamientos que terminaron con más de 120 detenidos y varios heridos.


Nuevos recortes en una delicada situación política

Esta nueva huelga general que paralizó el país fue convocada por las dos principales centrales sindicales contra un nuevo recorte de 13.500 millones de euros que prepara el gobierno en respuesta a las exigencias de la Troika (FMI, BCE y UE). Se trata de destrabar una nueva partida por 31.000 millones de euros del rescate financiero acordado en 2011 (por un total de 130.000 millones). El plan incluye elevar la edad de jubilación a 67 años y más recortes de salarios y pensiones. Así todo, los emisarios de la Troika abandonaron el país porque les parece poco el ajuste (exigían 15.000 millones) y la UE deberá dar el visto bueno al plan en una reunión a realizarse el 8/10.

En el marco de una creciente pobreza, desocupación y precarización laboral, los nuevos recortes pueden erosionar rápidamente la escasa legitimidad del nuevo gobierno. Recordemos que el derechista partido de Samarás, Nueva Democracia, ganó las elecciones con solo el 29,9% de los votos y pudo formar gobierno con el apoyo del desprestigiado PASOK (Partido Socialista), que venía de pasar el ajuste durante los últimos años, e Izquierda Democrática (DIMAR).

El propio ministro de Finanzas griego, el tecnócrata Yannis Sturnaras, alertó que los nuevos recortes pueden poner en peligro la estabilidad del gobierno y sus socios del PASOK y DIMAR manifestaron “reservas” frente a los ajustes.


Descargan la crisis sobre los trabajadores y el pueblo

La economía griega ya lleva 5 años consecutivos de recesión y su PBI ha caído desde entonces más del 30%. Los capitalistas vienen descargando esta crisis sobre las espaldas obreras y populares. A pesar de una dura resistencia que incluyó 18 huelgas generales, grandes movilizaciones sistemáticamente reprimidas y el surgimiento de una combativa juventud en las calles, los planes de ajuste han logrado imponerse hasta ahora con recortes salariales y de pensiones, cientos de miles de despidos y el intento de privatizar las mayores empresas estatales. Esto no se debe a la falta de disposición a la lucha de los trabajadores y el pueblo griego, sino al rol conciliador de las dos principales centrales sindicales, GSEE y ADEDY (ligadas mayoritariamente al PASOK), que sólo llaman a huelgas aisladas, sin continuidad, actuando como mecanismo de presión para negociar los ajustes en lugar de llamar a una huelga general por tiempo indeterminado para acabar con los recortes y las coaliciones de gobierno que los aplican.

A la pérfida política de las dos principales centrales sindicales se suma el Partido Comunista con su central sindical, PAME, que tras una política autoproclamatoria se vino negando en los últimos años a llamar a acciones coordinadas con los sindicatos mayoritarios. De esta manera impidieron durante todo este tiempo que la lucha pegara un salto, sobre todo durante la caída de Papandreu (PASOK) en 2011, para derrotar los planes del gobierno y pasar a la ofensiva para que la crisis la paguen los capitalistas. Ese momento de aguda crisis se resolvió con la imposición de un gobierno "técnico" (no votado en elecciones sino puesto por los banqueros y capitalistas nacionales y extranjeros) encabezado por Lucas Papademos que gozó de unos pocos meses de "impasse" en la explosiva situación griega producto de las expectativas que millones pusieron en las elecciones de mayo de 2012 donde lo novedoso fue la importante elección de la coalición reformista Syriza que se transformó en la segunda fuerza electoral.


Por una salida obrera independiente

Esta coalición centroizquierdista defiende la permanencia de Grecia en el euro, y apostaba a renegociar mejores condiciones con la Troika, manteniendo intacta la subordinación del país a las condiciones de la Unión Europea. Más allá del discurso demagógico que pueda tener, su política no era más que la de intentar negociar las condiciones del mismo ataque que hoy aplica el gobierno de Samarás. La otra salida capitalista a la que algunos, como el PC, apuestan, la salida del euro y la vuelta al dracma que incluiría una fuerte devaluación monetaria, no significa ninguna alternativa para las masas.

Los trabajadores y el pueblo pobre están dando muestras nuevamente de que les sobran fuerzas para enfrentar la ofensiva capitalista. Para vencer, deben orientarse hacia una salida independiente y de clase para que la crisis la paguen los capitalistas. Frente a lo que parece ser el inicio de un “otoño caliente” que recorre Europa, con importantes marchas antigubernamentales en el Estado español y multitudinarias movilizaciones en Portugal, que hicieron retroceder el ajuste del gobierno de Passos Coelho, es indispensable que la lucha por una salida obrera, tanto en Grecia como en el resto de los países, esté íntimamente ligada a la perspectiva de los Estados Unidos Socialistas de Europa.



miércoles, 19 de septiembre de 2012

Estados Unidos: Histórica huelga docente en Chicago




Por Celeste Murillo y Juan Andrés Gallardo

El 10/9 comenzó la primera huelga docente en 25 años en la ciudad de Chicago. Más de 25.000 maestras, maestros y personal educativo salieron a la calle y mantuvieron la huelga durante 9 días para enfrentar las políticas del alcalde Rahm Emanuel, demócrata y mano derecha durante años de la Casa Blanca durante el gobierno de Bill Clinton y Barack Obama.

Esta huelga vuelve a poner de manifiesto la voluntad del partido Demócrata de hacerles pagar a las y los trabajadores los costos de la crisis, descargando sobre ellos el déficit presupuestario y arremetiendo contra sus derechos elementales. Chicago, como varios estados está en rojo y los primeros en sentir el ajuste son quienes trabajan y utilizan los servicios públicos de salud y educación, que además son beneficiarios de los planes de ayuda. En un escenario de desocupación y creciente pobreza, donde más del 80% de los alumnos de escuelas públicas de Chicago son candidatos al programa de comida gratis en la escuela, demócratas y republicanos vuelven a coincidir en el ataque contra los trabajadores. Esta huelga, que se da como parte de las movilizaciones abiertas con la lucha en defensa de los derechos sindicales en Wisconsin en febrero de 2011, llegó a su fin el martes 18/9 cuando los delegados votaron suspender la medida.

Emanuel ya había anunciado sus intenciones de prolongar la jornada laboral docente en 90 minutos, cambiar el sistema de evaluaciones y atar el empleo docente a las notas de los estudiantes (una especie de sistema de premios y castigos) y cerrar escuelas públicas. Al mismo tiempo, el partido Demócrata viene impulsando junto al partido Republicano una reforma educativa a nivel nacional que no es otra cosa que una privatización encubierta, que desmantela el sistema público para transferir a los alumnos a escuelas privadas subsidiadas por el Estado pero financiadas y controladas por empresas y particulares. El sistema público escolar de Chicago es uno de los más grandes del país, sus alumnos son mayoritariamente afroamericanos y latinos, hijas e hijos de trabajadores y de los sectores populares. La privatización dejará a miles de chicos fuera del sistema escolar, ampliando la brecha que ya existe con los hijos de las familias blancas (padres profesionales, mayor ingreso) que asisten a las privadas y egresan del sistema educativo con mayores posibilidades laborales y de acceder a la educación superior. No es casualidad que el apoyo a la huelga haya sido mayoritario entre afroamericanos y latinos, no solo porque sus hijas e hijos asisten a la escuela pública sino también porque en estas comunidades es mayoritaria también la idea de que los trabajadores tienen mejores condiciones laborales cuando están organizados en sindicatos. Una encuesta mostró que el 66% de los padres con hijos/as en la escuela pública apoyan la huelga (en general el 55,5% de los habitantes de Chicago apoyan la huelga); y entre los afroamericanos el apoyo es del 63% y entre los latinos 65%. En cambio, los padres con hijos/as en privadas (cuya mayoría -52%- es blanca) están mayoritariamente en contra de la huelga. La brecha de clase que existe entre las escuelas públicas y privadas es cada vez más grande: la mayoría de los niños y niñas que asisten a la escuela pública es afroamericana y latina, y son de familias trabajadoras y pobres.

El sindicato docente CTU (por sus siglas en inglés) trató de evitar la huelga a toda costa. Los 25.000 afiliados del CTU ya habían demostrado su voluntad de salir a defender sus derechos desde hace meses cuando la dirección realizó la primera votación (en EEUU existen múltiples trabas legales que hay que superar para ir a la huelga). Y volvieron a demostrar esta disposición el lunes 10/9 con piquetes y bloqueos en todas las escuelas y la posterior multitudinaria movilización al centro de Chicago. La huelga contó con un amplio apoyo, a pesar de la campaña antisindical del gobierno demócrata y el silencio cómplice de Obama. La base del sindicato docente es votante demócrata y ha apoyado y apoya la campaña de Obama, por eso lo llamaban a que se “sume a los piquetes de huelga” (cosa que por supuesto Obama no hizo y al contrario respaldó a Emanuel). En medio de la campaña electoral, esta situación de “descontento” con la política de Obama por parte de un sector que es base social histórica del Partido Demócrata fue aprovechada por el candidato republicano, Romney, que salió a atacar la huelga e intentó y aprovechó para reafirmar que los trabajadores organizados en sindicatos son una traba para avanzar en cualquier reforma, recalcando los “avances” que significaron los ataques contra el derecho a huelga y los convenios colectivos en Wisconsin y New Jersey (ambos estados gobernados por republicanos). La tensión existente entre la burocracia docente (por presión de su base) y los demócratas se suma a las divisiones provocadas por la discusión de la reforma educativa, impulsada en varias ciudades por alcaldes demócratas, no solo en Chicago, sino también en Boston, Cleveland y Los Ángeles.

En el caso de Chicago, el alcalde Emanuel desató una campaña contra los docentes desde que se presentó a elecciones, para liquidar sus conquistas, culpándolos por los problemas en las escuelas, deterioradas y en crisis por el bajo presupuesto. Los trabajadores de Chicago, que tienen una larga historia de combatividad, conocen muy bien de lo que son capaces los alcaldes y políticos patronales cuando se ven amenazados. No hay que olvidar que en Chicago fueron llevados a la horca los “Mártires de Chicago” que lucharon por la jornada de ocho horas en 1887 y por los que se celebra mundialmente (menos en EEUU) el día del trabajador; diez huelguistas fueron asesinados durante la huelga de “Little Steel” 1937, y en 1969 fueron asesinados en la ciudad los activistas por los derechos civiles Fred Hampton and Mark Clark, ambos militantes de los Panteras Negras.


La lucha de Wisconsin como bisagra para el surgimiento de nuevos fenómenos

La huelga de Chicago se inscribe en un escenario de profunda crisis social, provocada por la crisis financiera desatada en 2008. Durante estos años, los trabajadores, una minoría de ellos sindicalizados, base electoral del partido Demócrata, han visto a Obama desembolsar millonarios rescates para salvar a bancos y empresas mientras millones sufren el desempleo y los bajos salarios. Dos hechos ilustran las consecuencias de la crisis durante estos años para los trabajadores. El primero, cuando las “Tres Grandes” automotrices (General Motors, Chrysler y Ford) solicitaron un plan de rescate al gobierno: en ese momento, Obama les dijo que para salir de la crisis era necesario que “todos, desde el movimiento obrero hasta los gerentes, acreedores y accionistas renuncien a algo”. Pero los únicos que “renunciaron” a algo fueron los trabajadores, la burocracia del UAW (sindicato automotriz) aceptó rebajas salariales, entregó derechos e hipotecó el futuro de los trabajadores retirados (ver más sobre el acuerdo en “Vergonzoso acuerdo de UAW con General Motors”, http://www.ft-ci.org/spip.php?article1880?lang=es).

El otro es la lucha de Wisconsin, que marcó un antes y un después en las luchas de los trabajadores en Estados Unidos. El ataque a los derechos sindicales, centralmente el derecho a negociar colectivamente, de parte del gobernador republicano Walker puso en pie de lucha a las y los trabajadores públicos, docentes y la juventud que lo enfrentaron. Sin embargo, la política de la dirección sindical y los demócratas de llevar todo al callejón sin salida del Parlamento hizo que la gran lucha de Wisconsin terminara en una derrota (en la que se fortalecieron los propios republicanos, que ganaron las elecciones revocatorias). A pesar de esto, Wisconsin se transformó en un símbolo de la defensa de los derechos de los trabajadores, y su ejemplo de resistencia ha motorizado luchas y movilizaciones en todo el país.

La huelga de Chicago se inscribe en parte de este fenómeno y del primer año de las movilizaciones, bloqueos y protestas del llamado movimiento “Occupy Wall Street” (OWS), cuyo lema “Somos el 99%” cuestiona al 1% multimillonario que se enriqueció mientras millones sufren la pobreza y el desempleo. En algunas ciudades los jóvenes de OWS se unieron a los trabajadores para apoyarlos en sus demandas como fue el caso de la paralización de los puertos en Oakland (y posterior represión, en noviembre de 2011) y la colaboración de jóvenes en Seattle con los trabajadores portuarios el 1º de Mayo pasado , o mismo en Chicago con el apoyo a la lucha de la Republic Windows and Doors ante el intento de cierre de la empresa, donde acudieron los jóvenes de Occupy a instalar sus carpas en apoyo a los trabajadores.


El resultado de la huelga

El martes 18/9 los delegados docentes habían votado la suspensión de la huelga, aunque todavía no se había aprobado el acuerdo tentativo propuesto por la dirección sindical. Desde que comenzó el paro, la dirección sindical hizo varios intentos por cerrar un acuerdo rápido con el alcalde Emanuel y el CPS (el organismo que coordina las escuelas). Finalmente, lograron un “acuerdo tentativo”, que modifica algunas de las intenciones del gobierno local, centralmente en lo que se refiere a la jornada laboral, se propone una escala diferente de aumento salarial (aunque se mantiene que sea diferido en los próximos años), se modifica el sistema de evaluaciones (aunque no se elimina, como querían las y los docentes). También se introdujeron otros cambios relacionados con el seguro de salud, pensiones, los programas y tamaños de las clases. El acuerdo debe ser refrendado con el sindicato. El CTU de Chicago está dirigido por una coalición llamada CORE, donde participan miembros del partido Demócrata y militantes de la ISO (por sus siglas en inglés, Organización Socialista Internacional). Los dos dirigentes más conocidos son Karen Lewis (la cara de todas las negociaciones) y Jesse Sharkey (de la ISO).

La burocracia sindical del CTU siempre estuvo incómoda con la huelga, nunca quiso enfrentarse a los demócratas ni a Emanuel, a pesar de su duro discurso antisindical y antimaestros. Lamentablemente, la ISO no ha planteado una sola alternativa a esta dirección y terminó formando parte de las negociaciones con la ciudad, sin presentar una sola medida de lucha para ir por todas las demandas docentes, dilapidando así la energía de los trabajadores y la gran simpatía con la huelga. De esta forma, terminaron siendo parte de la dirección que, aunque todavía no es directamente cuestionada, sí sufre la sana desconfianza de la base que el domingo 16/9 rechazó la propuesta de la dirección sindical de levantar la huelga el lunes antes de que la base docente pudiera leer el acuerdo. Querían ver con sus propios ojos el acuerdo porque, con razón, desconfían de una dirección que viene negociando hace varios meses con el gobierno de la ciudad. Esta dirección ha limitado todo el tiempo las demandas, aceptando las restricciones que impone el déficit presupuestario ¡como si los trabajadores fueran los culpables!



La dirección del CTU, incluida la ISO, dice que el resultado ha sido una gran victoria, sin hacer ningún balance sobre las concesiones realizadas. A diferencia de esta visión, creemos que todo lo que se ha perdido ha sido resultado de la una política conciliadora e impotente frente a un gobierno que quería ir por todo. Las conquistas que se han mantenido son el resultado de la voluntad de lucha desplegada por los docentes, con el apoyo de los estudiantes y las familias que apoyaron la huelga. Los 9 días de huelga son un hecho enormemente positivo, a pesar de los límites de la burocracia, para el conjunto de los trabajadores en Estados Unidos. Cada vez que se defienden los derechos conquistados se fortalecen todos los trabajadores para enfrentar los ajustes, sin importar que gobiernen demócratas o republicanos. La agudización de la crisis económica internacional promete nuevos y más duros ataques contra los trabajadores. A pesar de los límites que impuso la burocracia, la lucha de los maestros de Chicago muestra que la huelga es el método que tienen los trabajadores para enfrentarlos.