martes, 26 de agosto de 2014

Una multitud en el funeral de Michael Brown



Miles de personas participaron el lunes del funeral de Michael Brown en Saint Louis, Missouri. Tras dos semanas de protestas por el asesinato del adolescente afroamericano, su funeral estuvo marcado por discursos que buscaron bajar el nivel de tensión social aunque no pudo evitar mostrar la profundidad del debate sobre el racismo y la discriminación que este caso ha abierto en Estados Unidos.

Michael Brown fue asesinado el 9 de agosto por el policía blanco Darren Wilson. Desde ese día las marchas y protestas, que incluyeron enfrentamientos con la policía, fueron creciendo a medida que se conocían los detalles del asesinato, seis disparos directos al cuerpo y la cara mientras Brown mantenía los brazos en alto y se encontraba desarmado. Las acciones de solidaridad se extendieron a las ciudades más importantes del país.  La respuesta del gobierno local y estatal fue la militarización de Ferguson, primero con la propia policía de Saint Louis y luego con la Guardia Nacional lo que produjo escenas similares a la de un campo de batalla, con carros blindados y armamento pesado. Tanto el asesinato de Brown como la extrema militarización y represión de estas semanas en Ferguson provocaron un profundo debate que se vio expresado durante el funeral.

Desde la mañana del lunes varios cientos de personas se reunieron afuera de la iglesia Friendly Temple Missionary Baptist, para participar del funeral en el que estuvieron presentes figuras como los reverendos Al Sharpton y Jesse Jackson, líderes comunitarios como Martin Luther King Jr y personalidades como el rapero Snoop Dogg y el cineasta Spike Lee. También participaron los familiares de Trayvon Martin, un adolescente afroamericano asesinado por un vigilante blanco en Florida en 2012. El presidente Barack Obama, que el domingo por la noche regresó a Washington tras quince días de vacaciones, envió una delegación de tres funcionarios.

Uno de los principales oradores durante el funeral fue el reverendo de Nueva York, Al Sharpton, que pidió justicia para Brown intentando desde su discurso poner paños fríos a las protestas. "Michael Brown no quiere ser recordado por una revuelta. Quiere ser recordado por ser quien hizo a Estados Unidos enfrentarse a cómo debe ser la policía" dijo Al Sharpton según la Agencia EFE.

El padre de Brown había llamado el día anterior a completar un “día de silencio” y a evitar las protestas durante el funeral, algo que fue respetado a pesar de la cantidad de personas que participaron y de la bronca generada por el asesinato del joven.

El propio Obama intentó en los días previos bajar el nivel de tensión llamando a hacer una revisión de los programas que como el denominado “1033” del pentágono permiten a los cuerpos de policía locales hacerse con equipo militar que le sobra al Departamento de Defensa.

Si bien las protestas que se registraron en Ferguson durante las últimas dos semanas no llegaron al nivel de los disturbios y enfrentamientos de Los Angeles en 1992, luego de la absolución de los policías que asesinaron a Rodney King, reabrieron una profunda discusión al interior de Estados Unidos. Una de ellas fue la extrema militarización de la policía, lo que no pocos analistas definieron como un “boomerang” hacia el interior del país de la política exterior estadounidense, y la extensión del complejo militar-industrial a la política doméstica. Algo que se podría definir como otra de las aristas de una sociedad hiper vigilada, sobre todo después del 11S, como lo dejó al desnudo las filtraciones del ex empleado de la CIA, Edward Snowden.

La discusión más profunda, sin embargo, es la del persistente racismo y la discriminación que continúa vigente a pesar de la Ley de Derechos Civiles firmada hace 50 años y que hoy, con Obama en la Casa Blanca, no han disminuido.