sábado, 1 de marzo de 2008

Katz y el futuro de Cuba: “Sorpresa y media”

En un artículo publicado por Claudio Katz en el diario Página 12, bajo el nombre “Sorpresas cubanas”, éste polemiza con quienes “especulan sobre la forma que asumirá la regresión al capitalismo” en la isla. Entre otras cosas argumenta que Cuba atravesó momentos peores y sin embargo eso no llevó hacia una política abiertamente restauracionista. En sus palabras, "hasta ahora la revolución desmintió todos los pronósticos fatalistas que auguraron su desplome. Este antecedente debería moderar a quienes tanto especulan sobre la forma que asumirá la regresión al capitalismo". Sin duda la polémica vale para aquellos analistas pro gusanos que como una expresión de deseo se dedican a vaticinar permanentemente la muerte de Castro y el fin del estado obrero cubano. Sin embargo las argumentaciones se quedan a mitad de camino cuando se trata de desenmascarar los objetivos de la burocracia y el PC cubano y plantear las tareas que los trabajadores y el pueblo de Cuba necesitan para, como dice Katz, lograr “una renovación socialista”.

Al apoyar su fundamentación en el hecho de que Cuba atravesó momentos más difíciles que el actual sin llegar a un proceso de restauración capitalista, Katz concluye que hoy en día con una situación económica favorable en la isla, es más difícil que esto suceda.

Sin embargo el escenario actual, que como bien menciona Katz es diferente a los anteriores, parece justamente más propicio para los fines de la burocracia en avanzar de manera ordenada y lo menos turbulenta posible, aunque no sin contradicciones, hacia una apertura pro capitalista. Justamente, el escenario de "colapso económico", "aislamiento regional y hostigamiento neoliberal" de la década pasada no vislumbraba una retirada ordenada, sino la posibilidad de un cuestionamiento generalizado ante las penurias económicas y las medidas del "periodo especial" que podrían haber socavado las bases de la propia burocracia, haciendo peligrar sus privilegios.

Al contrario de lo que opina Katz, hoy el momento parece mucho más acorde a los intereses de la burocracia para avanzar en un plan restauracionista, aunque aun está por verse si, como muchos analistas mencionan, podría ser a la "China", según los elogios que Raúl Castro consignó a estos modelos en los últimos años. Parece dificil que el “milagro Chino” y su “modelo” de restauración pueda ser ensayado en Cuba con resultados similares. Por empezar, el vasto territorio Chino y su población de 1300 millones de habitantes (algo de lo que Cuba carece), lo convierten en una enorme y extendida fuente de mano de obra barata que estan en la base del “fenomeno” que le permitió convertirse en el centro por excelencia de la producción manufacturera a nivel mundial. Por otra parte, al incio de las reformas en China, menos del 20% de la población gozaba de beneficios sociales, una situación que en Cuba se da más bien a la inversa (y que imposibilita que se avance en un ataque a estas conquistas de la revolución cubana sin que exista una reacción desde abajo, algo que hoy se puede apreciar colateralmente en el malestar que generan las desigualdades que dejó el “periodo especial”).

Estos elementos permitieron en parte que la burocracia del PC chino pudiera avanzar en el proceso de restauración manteniendo un ferreo control del aparato estatal y sin realizar ningún tipo de conceciones y reformas en el regimen polìtico. Al decir de algunos analistas, mientras que en Rusia hubo Glasnot, en China hubo Tiananmen. En este sentido y más alla de las loas que parte de la burocracia cubana haga al “modelo chino”, es dificil encontrar en Cuba gran parte de los elementos que hacen de China un caso excepcional dentro de los procesos de restauración capitalista.

Es posible que en Cuba la burocracia más bien avance en un proceso que combine la apertura y el ingreso de capitales, con algunas reformas y concesiones "democráticas" pero intentando en lo esencial mantener el control del aparato del estado. Por el momento, la reciente designación de Raul Castro a la cabeza de un gobierno que, a pesar de las especulaciones sobre un recambio generacional, quedó dominado por una mayoria de miembros de la “vieja guardia”, junto a las afirmaciones de Raul de “consultar todo con Fidel”, parecen apuntar a un proceso de tiempos lentos y lo más controlado posible.

El actual crecimiento económico (a diferencia de la situación de la decada anterior) le puede permitir a la burocracia dar algunas concesiones para aplacar los signos de descontento intentando darle una valvula de escape desde arriba. Las criticas que se escucharon las últimas semanas, que son ciertas y pueden expresar un proceso de cuestionamiento desde abajo, podrían ser principalmente canalizadas mediante algunas medidas que poco tienen que ver con las verdaderas aspiraciones obreras y populares, sino que están dirigidas a los sectores que efectivamente pueden, por ejemplo, "viajar al exterior" o "dormir en hoteles" (como mencionaron tanto el cantautor Silvio Rodríguez como el dirigente estudiantil Eliécer Avila, días pasados). Es decir una serie de reformas destinadas a los sectores que "hicieron una diferencia" durante el periodo especial y que hoy se pueden convertir en la base de sustento más importante para los proyectos restauracionistas de la burocracia. A su vez, otras concesiones "democráticas" como la liberación de presos políticos, está en sintonía plena con las exigencias de los imperialismos "amigos" como el español, que teniendo importantes inversiones en la isla, no tiene grandes diferencias en cuanto al camino restauracionista que alienta, con el imperialismo norteamericano y los gusanos de Miami.

Por su parte, tanto la crisis del gobierno de Bush como su política abiertamente reaccionaria hacia Cuba durante los últimos años, le dejarían un margen de maniobra más amplio a los demócratas en caso de llegar a la Casa Blanca en las próximas elecciones. Una posición más relajada y dialoguista de parte de Washington podría ser un acelerador del proceso de restauración.

Si son ciertas las conversaciones que difundió la Folha de Sao Paulo entre Raúl Castro y Lula donde el primero pedía la ayuda de Brasil para normalizar las relaciones con EEUU, entonces la burocracia o al menos un sector de sus principales dirigentes, estaría en sintonía con una apertura del dialogo que permita destrabar paulatinamente el bloqueo económico y el ingreso de capitales norteamericanos, que es una de las principales demandas de varias empresas de ese país que ven como otros imperialismos vienen haciendo pingues negocios desde hace años en la isla.

Es decir la decadencia hegemónica norteamericana y los "fracasos de Bush" en la región, junto al fin del ciclo neoliberal, si bien fueron fisuras por donde se filtraron distinto tipo de acciones del movimiento de masas en Latinoamérica (y que explican también gran parte del corrimiento a izquierda en el discurso de algunos de los gobiernos posneoliberales, empezando por el "socialismo del siglo XXI" de Chávez), también abrió las puertas para que, una vez canalizado y pasivizado en gran parte los movimientos de masas más importantes de los años anteriores, muchos de los gobiernos latinoamericanas siembren expectativas en los "beneficios" de una futura administración demócrata en EEUU. Desde ya que los procesos que vivió Latinoamérica en los últimos años juegan a favor de la lucha de los trabajadores y el pueblo cubano en la defensa de las conquistas de la revolución pero contradictoriamente es la política de garrote y asfixia endurecida por la administración Bush la que más ayuda a que en el futuro se pueda abrir un canal de dialogo entre La Habana y Washington.

En este sentido, no basta como dice Katz con que “el prestigio de la revolución y la memoria del Che [haya recobrado] peso en todos los movimientos sociales, mientras la solidaridad venezolana permitió atenuar muchas dificultades de la isla”, sino que tratándose de América Latina y específicamente de Cuba, la dinámica que tome la relación con EEUU es determinante.

Por otra parte, Katz al no ver que exista en lo inmediato la posibilidad de un camino restauracionista no ve necesario hacer una denuncia clara a la burocracia enquistada en el poder, sino que plantea las tendencias abiertamente aperturistas como una política de sectores "interesados en promover la gestación de una nueva burguesía". Y arriesga algunos consejos como el de "recurrir a disposiciones mercantiles y asociaciones con inversores, que serían desechadas en otras circunstancias". Si bien nadie puede negar el derecho del estado obrero deformado cubano a decidir como es más conveniente hacer acuerdos económicos que le resulten favorables, no ser claros en quienes son los que toman esas decisiones (es decir la burocracia) es una aventura muy peligrosa. La propia génesis del estado obrero cubano con un régimen de partido único, con el PC a la cabeza que monopoliza el control del estado y prohíbe cualquier tipo de organización que este por fuera de su control, no permite obviar en los análisis que la burocracia se convirtió en un sector con privilegios y que su propia dinámica la lleva tarde o temprano a querer convertirse en propietaria de los medios de producción que hoy administra. Por este motivo no es menor dejar en claro que las decisiones y políticas a seguir en Cuba no serán tomadas por el conjunto de los trabajadores y el pueblo de la isla, sino por la burocracia y la cúpula del PC cubano siguiendo sus propios intereses.

Las decisiones de inversiones y "disposiciones mercantiles" en manos de la burocracia significa ni más ni menos que avanzar en ir creando una clase de propietarios que se despegue definitivamente del "control" del estado, lo que inevitablemente generará roces con sectores de la burocracia que queden rezagados o por fuera de este reparto mientras a su vez vean mermar las prebendas de las que gozan hoy en día. Las empresas manejadas por el ejercito, las cooperativas agrícolas, la producción de etanol, los negocios ligados al turismo y el mercado negro son los nichos donde la burocracia va a presentar batalla durante el próximo periodo.

Finalmente Katz concluye planteando que “una renovación socialista es factible junto a un sistema político de genuina democracia. Esta opción podría nutrirse de la doble identidad –antiimperialista e igualitarista– que ha caracterizado la principal gesta latinoamericana del siglo XX. Cuba todavía nos depara muchas sorpresas”.

Dejando de lado el hecho de que el concepto de “genuina democracia” no significa absolutamente nada y es un concepto que puede compartir desde Rodríguez Zapatero hasta Barack Obama, Katz si acierta en que la “doble identidad –antiimperialista e igualitarista” que “vive” en la conciencia del pueblo cubano es un aspecto crucial en la defensa de las conquistas de la revolución, contra los privilegios de la burocracia, pero también contra los intentos de restauración capitalista.

Para acabar con cualquier intento de avanzar en una senda pro capitalista es necesario ser claro en que solo los trabajadores, campesinos y el pueblo cubano pueden dar una lucha sin cuartel contra el imperialismo y los intentos restauracionistas de la burocracia por medio de una revolución política que acabe con los privilegios y la opresión política de esta. Es necesaria una lucha por plenos derechos para la libre organización política y sindical de los trabajadores y el pueblo cubano como así también la libertad para los partidos que defiendan las conquistas de la revolución. Esta es la única manera para revertir y acabar con las desigualdades acumuladas durante los últimos años y reencauzar a Cuba en el camino de la revolución obrera y socialista.